Bienvenidos a mi blog de viajes! Soy Pablo y aquí comparto mis aventuras por diferentes ciudades del mundo. Disfruta de las fotos, curiosidades y recomendaciones para cada destino.
París, Francia
La ciudad del amor, la luz y la elegancia.
Lo que me encantó: La Torre Eiffel, el Sena al atardecer y los croissants.
Roma, Italia
Una ciudad museo al aire libre.
Lo que me encantó: El Coliseo, la Fontana di Trevi y la pasta carbonara.
Tokio, Japón
Futurista, tradicional y vibrante.
Lo que me encantó: Los templos, la tecnología y el sushi.
Buah, Tokio es una locura total! Nada que ver con Romo, claro. Es una ciudad enorme, llena de luces, gente, ruido... pero a la vez todo funciona como un reloj. Me flipó cómo puede ser tan caótica y ordenada al mismo tiempo.
Estuve en Shibuya, y cruzar ese paso de peatones con cientos de personas fue como estar dentro de una película. Luego tienes barrios como Asakusa, con sus templos tradicionales y ese aire más antiguo, y otros como Akihabara, que es un paraíso si te mola la tecnología, el anime o los videojuegos. Literalmente hay edificios enteros solo de máquinas recreativas o tiendas frikis.
Lo que más me impresionó fue la educación de la gente y lo limpio que está todo, incluso sin papeleras por la calle. Y la comida… ¡espectacular! Ramen, sushi, takoyaki, mochi… Comí como un rey y a precios razonables si sabes dónde buscar.
También te digo, Tokio puede ser un poco agobiante si no te gustan las multitudes o el ritmo rápido. Pero si te gusta descubrir cosas nuevas a cada paso, es un lugar alucinante.
En resumen, Tokio es como estar en otro planeta, pero en el buen sentido. Es uno de esos sitios que te cambian la forma de ver el mundo.
Nueva York, EE.UU.
La ciudad que nunca duerme.
Lo que me encantó: Times Square, Central Park y los musicales de Broadway.
Nueva York es una pasada. Es como estar dentro de un decorado gigante de cine, porque todo te suena: los taxis amarillos, los rascacielos, Central Park, Times Square... Lo has visto mil veces en pelis, pero estar allí es otro rollo. Todo es a lo grande, desde los edificios hasta las porciones de pizza.
Me gustó muchísimo lo diversa que es la ciudad. En un mismo día puedes desayunar en un diner típico americano, comer ramen en Chinatown y cenar falafel en el barrio árabe. Hay gente de todos los países y culturas, y eso se nota en el ambiente.
Caminar por Manhattan es increíble, pero también me flipó cruzar el puente de Brooklyn al atardecer, o perderme por barrios como Williamsburg en Brooklyn, que tiene un rollo más alternativo y menos turístico.
Eso sí, es una ciudad intensa. Todo va rápido, hay ruido todo el tiempo, y es carísima. Pero tiene una energía que te engancha. Es como si todo pudiera pasar allí. Y si subes al Empire State o al Top of the Rock y ves la ciudad desde arriba… te quedas sin palabras.
En resumen: Nueva York no es solo una ciudad, es una experiencia. Es de esos sitios que te dejan huella, aunque solo estés unos días.
Gracias por leerme. ¡Nos vemos en el próximo destino!

